miércoles, 12 de enero de 2011

GENERAR INSATISFACCIÓN

Ayer escribí un post sobre la obsolescencia programada, después de ver un documental de La 2 el domingo.



Leyendo más sobre el tema, hay varias cosas que se me quedaron en el tintero:

1. La publicidad en muchos casos tiene el objetivo de generar insatisfacción: móviles, ordenadores más pequeños y con más funcionalidades, las modas que surgen cada temporada, etc. La idea es cargar la obsolescencia programada en el consumidor.

2. Ciclo de vida del producto: Eufemismo para evitar la mala conciencia de diseñar y comercializar productos peores de lo que podrían ser o con menos duración de la que deberían, en otras palabras, sinónimo de hacer peor el trabajo para que dure menos.

3. En este artículo, que recomiendo leer, rompen una lanza a favor de las compañías. Al fin y al cabo, el objetivo de las empresas privadas es conseguir beneficios para sus accionistas: invierten en I+D y luego venden productos a precios superiores para cubrir esas inversiones. Económicamente hablando, ninguno de sus inventos tiene por qué ser poco rentable o deficitario; ni siquiera suelen ser «productos de primera necesidad» para la sociedad. Que quien lo quiera lo pague, mantienen las corporaciones. Mientras no estén haciendo publicidad engañosa, no están haciendo nada ilegal.

Mientras lo que se anuncia no sea engañoso y cumpla la ley, la compañía debería poder limitarlo como le venga en gana. Tal vez no sea idóneo, o justo, pero es legal. Son las normas de cada país las que en realidad determinan qué puede hacer un fabricante y qué no: por ejemplo en España contamos con una buena ley de consumo que garantiza que haya piezas de repuesto durante al menos cinco años, y que el periodo de garantía mínima sean dos años (en Estados Unidos suelen ser 90 días).

Por ejemplo, la tinta subvenciona el ridículamente bajo precio de la impresora, que es lo que se anuncia al público. Los fabricantes afirman incluso que ese precio subvenciona también todo el proceso de I+D que durante años deben llevar a cabo para conseguir impresoras de mayor resolución y calidad. ¿El resultado? El precio de la tinta es el que el fabricante quiere, porque le da la gana.

Además, en los 50 minutos de duración del documental ni siquiera se escucha la opinión de las empresas en cuestión defendiendo su postura.

Aunque es cierto que, hoy en día, con los problemas medioambientales que padecemos la mejor solución es crear productos más duraderos y que puedan reutilizarse, y reciclarse.

Como dicen aquí, daos prisa porque, para rizar el rizo, el documental también tiene su propia obsolescencia programada:

“Comprar, tirar, comprar se puede ver y comentar en RTVE.es. Permanecerá on line durante las dos semanas posteriores a su emisión en televisión"

3 comentarios:

Edu dijo...

Muy interesantes los artículos sobre la obsolescencia programada. Es de esas cosas que en el fondo te imaginas, pero que aún así cuando te las confirman te sorprendes...

Jose Luis Lapuente dijo...

Yo es de los mejores documentales que he visto...

Ahora me estoy desintoxicando con The Walking Dead.

Edu dijo...

Muy buena, y muy bien hecha. Lo que no se es si "desintoxica"... ;)