Alberto Vázquez Figueroa, además de escritor, hace sus pinitos como inventor. Ya en su día despuntó con sus desaladoras, y ahora su rompedora idea consiste en drones submarinos.
Ante el reto de evitar los accidentes de los ferrys con ballenas y cachalotes que frecuentan las aguas canarias, cayó en la cuenta de que, cuanto más rápidas y furiosas son las olas, a menos profundidad está la calma bajo ellas. Cuando las condiciones en la mar son malas, con tormentas, la manera más fácil de acceder a un punto donde haya un naufragio sin que las patrullas de salvamento arriesguen sus vidas, bien de una patera o de un barco, es bajo las olas.
Con esa idea ha ideado un dron submarino, que no es más que un mini-submarino no tripulado, con radio, GPS, radar, ordenador, cámara de televisión y visores de infrarrojos, baterías, depósitos de aire comprimido y un motor en la cola. Porque, si el ser humano es capaz de enviar una nave a Marte, con mayor razón debe ser capaz de enviar un dron submarino que expulse una lancha neumática inflable con luces, agua, alimentos y material de primeros auxilios.
Teniendo varios drones submarinos patrullando, también se evitarían los accidentes con cetáceos, se detectaría traficantes de drogas, contrabandistas, barcos de pesca ilegales, piratas y expoliadores del patrimonio arqueológico submarino. Incluso se pueden lanzar desde un avión a baja altura.
La verdad es que la idea es rompedora.
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